By Comunicaciones Amazónate on 07 abr 2020
La mayoría de pandemias que han azotado a la humanidad, provienen de la forma en que nos hemos organizado como sociedades y de esta manera, del relacionamiento que tenemos con los animales.
La gripa porcina, la gripe aviar, son producto de las condiciones de hacinamiento en que tenemos a los animales utilizados para consumo. La mortífera peste negra tenía como origen la pulga de las ratas que pulularon en las ciudades en que nos hacinamos durante varios siglos y por nuestra falta de salubridad de aquellos tiempos. El ébola y el VIH, de acuerdo con hallazgos científicos, tienen origen en la manipulación y usufructo de animales silvestres.
De acuerdo con las revisiones científicas, también se afirma que el actual Covid-19, proviene del consumo de animales silvestres en la China.
Las primeras enfermedades bacterianas que experimentó el Homo sapiens en la edad de los metales, estaba directamente relacionada con el hacinamiento y manipulación de animales de pastoreo.
Puede interpretarse como lección que en la medida que evitemos situaciones estresantes para los animales, que evitemos su explotación, que no abusemos de la interacción que podamos tener con especies de fauna silvestre, o que al menos les garanticemos condiciones de bienestar; puede significar un mecanismo de prevención para situaciones como la que hoy día enfrentamos.
El respeto y la capacidad de recobrar estructuras ecológicas principales, donde la diversidad de la vida en la Tierra pueda equilibrarse, puede ser una de las formas en que logremos salir adelante como especie, en procura de la armonía con el Planeta.
Un aprendizaje de toda esta situación dolorosa, puede tener que ver con comenzar a construir una real posibilidad de entendernos como una especie más en el planeta, una especie que le debe respeto a las demás y a sus entornos.
Autores:
Natalia Parra Osorio
Yeny Moreno
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